Vida de perros

Deseos de un buen año


Le abrí la puerta y me puse a un lado para dejarle el paso libre. El aire fresco que entraba desde la calle invitaba a huir.

Él se quedó estático frente a mí. Mirándome sin pestañar. Por norma elegía obviar las palabras.

 

  • Debería irte – le dije sin preámbulos – deberías irte para no volver. Aquí no habrá más que lo que ves y se te ve bastante triste.

 

Dejó pasar unos segundos antes de dar la vuelta y volver al sofá. Solo dios sabe porqué tomó esa decisión, siendo que conocía las consecuencias y el resto de posibilidades. Hay quienes que se acostumbran a los infiernos.