La caída


Te estás cepillando el cabello y descubres que en la punta de un mechón hay un pelo balanceándose, casi suelto, apenas sujeto por el azar del roce con los otros finísimos hilos orgánicos. Unos segundos de tu respiración apuntándole bastan para que se desprenda. El cabello errante no se resiste a su destino, no hay ningún atisbo de querer seguir perteneciendo a tu cabellera, es como si supiera que ya no sirve, que ha llegado su hora y entonces se deja empujar por un suspiro suave que emerge de tu nariz. Tan solo cae.

La caída es suave. Su peso le plantea una resistencia a la ley de gravedad que se convierte en el dibujo cinético del acunamiento, sutil, abierto a las inmensas probabilidades de que cualquier cosa agite su recorrido y lo desvíe. Tú lo observas desde lo alto sin moverte (no vas a ser la eventualidad que lo interrumpa) y ves su planeo hacia abajo en la mejor de las cámaras lentas. Eso te remite a pensar en todas las escenas de cine que has visto de gente cayendo al vacío, y sientes de pronto, esa incomodidad que sugiere que le falta algo a la costumbre; sea cual sea su naturaleza.

 

Es cuando descubres que se trata de una escena muda.

 

Hay silencio donde podría existir un grito. Hay resignación y dejarse hacer donde podría haber desesperación y angustia. Pero el pelo es un pelo y no una persona. Y la caída es con paciencia y no con vértigo; quizás porque no hay muerte en el final inmediato, solo otro camino incógnito. Es allí donde tu pensamiento se detiene y se pone a tiro tu imaginación, que alimenta la sospecha de que las cosas no son como las ves, por el hecho de que tu limitación perceptiva te recorta la realidad.

 

Todo esto sin que el cabello haya llegado todavía a la altura de tu pubis.

 

Por ahí tus oídos son demasiados sordos a sus sonidos, a sus quejas, a sus gritos desesperados. Puede también que exista demasiado ruido en la distancia que los separa (para ti mínima, gigante humano, para él eónica, liviano fragmento de tu ser). Por ahí tus ojos miopes no distinguen sus rasgos modificados por la fricción del espacio al ser atravesado. Puede que ni siquiera llegues a comprender estos conceptos. De ser así, acaso también habría luchado para sostenerse cuando aún pendía de tu cabeza. Buscando con el balanceo que su delgado cuerpo se enredase al de sus iguales y así sostenerse unos días más, aunque de cualquier manera la muerte le llegara, porque ya no está atado al cuero cabelludo. Morir en el nido o ser pacíficamente recostado sobre la almohada una noche de estas.

Estática, te quedas mirándolo caer, esforzándote para unirte a lo que siente, para ponerte en su lugar. Te compenetras, pero no se te ocurre salvarlo. Es inmenso el espectáculo como para que oses interrumpirlo. Apenas eres un ser humano. Así es que lo disfrutas como puedes, a medias, como tu inteligencia para estos sucesos tan cósmicos, esperando ver como termina lo que, de estar tú en su lugar, sería una muerte horrible, estrepitosa y sangrienta.

Sin embargo para él no es así. Su realidad diversa lo acerca al suelo sin modificaciones, y suave, como si de un bebé se tratase, lo recuesta sobre la superficie.

Ves con mágica e infantil alegría cómo, al rozar el piso, su cuerpo se vuelve medio espiral. Leve posición fetal. Allí queda adormecido. Recordándote que fue tuyo, que existe todavía pero que su vida se extinguirá fuera de tu conocimiento, de tu memoria, de tu capacidad de imaginarlo. Porque no puedes darte ese lujo (humano limitado). Pero él sigue estando a disposición de los caprichos del aire, tan liviano que es. Correrá hacia los rincones, puede que se enrosque a algo o se adhiera a la superficie de tus zapatos sin que lo notes. Posiblemente se enamore de la escoba, de la ropa o, si tiene suerte, se una al vuelo de algún aire cómplice y se escape por la ventana. Antes que eso, cabe la fortuna, paseará por toda tu casa. Pero ya habrá pasado demasiado tiempo entre él y tu como para que puedas conservarlo en la memoria.


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Comentarios: 1
  • #1

    marce (lunes, 02 abril 2012 15:40)

    me hiciste acordar a clarice lispector, a La pasion segun GH. Igual el libro que mas me gustó de ella fue Aprendizaje o el libro de los placeres.
    me gusta esa muchacha, tuvo una vida interesante, no sé si interesante es la palabra, pero a veces pienso cómo hay determinados escritores que se salvan por medio de la letra. Cada uno elige, si puede y se anima, su salvación...