El ojo muerto

De Eleven


La lavó, la evaluó y la llevó a un coma leve. Le cosió las pequeñas partes que milagrosamente podían salvarse con un hilo. Hizo una lista en su mente de aquellas cosas que debían ser reemplazadas, las urgencias y las menos urgentes. También calculó las ligeras modificaciones que debería realizar para que lograra sobrevivir en un estado digno.

Durante las siguientes cuatro noches le realizó varias intervenciones, rápidas y certeras, y antes del amanecer la llevaba hasta una pequeña morgue de emergencia que había en el fondo del laboratorio. Ahí la guardaba como muerta dentro de las heladeras individuales, hasta la noche siguiente cuando fuera a buscarla cruzando los dedos como cábala hasta comprobar que seguía viva y que no estaba siendo masticada por las infecciones o la fiebre.

Durante el día trabajaba como un poseso sobre el otro soldado. Trataba especialmente aquellos órganos que le servirían para los trasplantes.

 

Sus informes de los últimos días decían claramente otra cosa.

 

Al acercase la quinta noche calculó que la mujer estaba lo suficientemente fuerte para soportar una operación de trasplantes de órganos masivo. Disponía de esta opción gracias a que podía acceder a una generación de drogas experimentales necesarias para que semejantes intervenciones apenas tuvieran ínfimas complicaciones posteriores. Dispuso todo a su alrededor como para que sus movimientos fuesen los mínimos. Las camillas estaban en paralelo y los cuerpos amarrados. Al hombre le paralizó la lengua y lo amordazó, por las dudas, después lo despertó. Mientras él mismo se inyectaba algo de anfetaminas le contó:

 

  • No vayas a gritar, ni a gemir. Por cada ruido que te salga del cuerpo te corto el pedazo que lo emita. Quiero que seas partícipe de mi obra, como fuiste partícipe de ésta – y su dedo señaló a lo que finalmente se veía como una mujer.

 

Se puso guantes, barbijo, se sonó los nudillos. Manejó el bisturí como un espadachín, básicamente se estaba divirtiendo. Los abrió y empezó a intercambiar órganos. Utilizó herramientas quirúrgicas por el mero hecho de probarlas. Pudo injertar hasta los huesos y todo sin despojos, ya que las vísceras de ella simplemente se las implantó al soldado. Fue una carnicería sistematizada.

 

 

El ojo muerto

(Fragmento)